Desde que llegó al banquillo del F.C. Barcelona Luis Enrique ha tenido dos comportamientos bastante dignos de analizar.
Uno de ellos ha sido su patológica tensión con la prensa aún cuando no había recibido ningún tipo de ataque. Desde la primera rueda de prensa parecía más preocupado por adivinar lo que iban a decir después de cada partido que del partido mismo. Pero no es la cuestión de esta entrada.
Después de ser el sempiterno descarte durante toda la primera mitad de la temporada esta semana ha encadenado dos partidos seguidos de titular frente a los modestos Huesca y Córdoba. Y no se ha acabado el mundo. Efectivamente no son rivales para acreditar el rendimiento de un jugador del F.C. Barcelona. Pero demuestran que es un jugador perfectamente válido para el club y el puesto. Douglas en la ida de la eliminatoria de Copa en tierras aragonesas no salió demasiado bien parado.
Ante estos condicionantes Montoya parecía la opción más viable para el puesto. Un relevo tranquilo de Alves, luchando de poder a poder esta temporada mientras que se consolida en la titularidad, aparece en la cantera otro jugador más interesante o se pueda ir al mercado y se pueda ir con garantías.
Nadie sabe por qué, sin embargo, Montoya sólo ha sido titular en tres partidos y han pasado por ese puesto Alves, Douglas, Bartra y Adriano, los dos últimos sin ser una posición que dominen totalmente. Tres partidos, los únicos que ha disputado hasta ahora esta temporada. Casualmente es uno de los más jóvenes de la plantilla y seguramente de los de menos peso dentro de esta. Casualmente la china de Luis Enrique le ha tocado a él, sin queja alguna que se sepa de su actitud y entrega en los entrenamientos. Casualmente.
El caso es que esta temporada se pasará como se pueda. Montoya no es Maradona y ni siquiera Belletti. Pero entre elegir entre un terminal Alves, un cuerpo extraño como Douglas, dos espontáneos o él, sinceramente, creo que no hay color. Y más cuando no hay una explicación admisible para su ostracismo. Solo su debilidad.
